JOSE DAMIAN DIAZ BROSEL SECRETARIO COALICIÓN VALENCIANA MASSAMAGRELL Y NUMERO 2 DE NUESTRA LISTA |
Aun
cuando no existe un definición universal para el término
democracia, es claro que el fundamento básico de cualquier
sistema de gobierno que se denomine a si mismo “democrático”,
es la de dar a quienes son gobernados el derecho y la oportunidad de
escoger libremente a sus dirigentes, y de respetar esta voluntad.
Siendo esto así,
es fácil inferir que en cualquier sistema democrático
la calidad de nuestros gobiernos, sean estos nacionales, regionales o
locales, está directamente relacionada con la aptitud (o falta
de ella) de las personas a quienes escogemos. Dicho de otra forma, si
hacemos una buena elección debemos esperar un buen gobierno, y
si nos equivocamos… simplemente la pagamos.
Lo paradójico
es entender como es que siendo la mayoría quienes escogemos a
nuestros gobernantes, seamos también la gran mayoría
quienes mostramos una muy pobre opinión de las personas que
nos gobiernan, a fin de cuentas ¿No fuimos nosotros quienes
les dimos el trabajo?
Cualquiera que se
moleste en ver una encuesta reciente sobre la valoración que
hacemos los españoles de nuestros políticos actuales
podrá comprobar cuan bajo han caído. Nunca en nuestra
historia democrática, la clase política fue peor
considerada y con toda la razón: Nos agobian con constantes
denuncias de corrupción mientras hacen gala de una moralidad
con forma de embudo; nos mienten con promesas de futuro que nunca
llegan a cuajar, y encima somos siempre los mismos quienes pagamos el
resultado de su incompetencia y los mismos quienes se benefician.
De esta pésima
apreciación no se salva prácticamente ni uno, pero
aun así seguimos votando por ellos como si fueran la única
esperanza. Viéndolo bien, de seguro que hay algo muy
equivocado en todo esto.
¿Dónde
está el error? Me temo que dar una correcta explicación
me llevaría mucho mas espacio del que aquí dispongo, ya
que son muchos los aspectos a considerar: desde la falta de
independencia de los grandes medios de comunicación que
pretenden vendernos determinados candidatos como si fueran coches
último modelo, hasta la tendencia de una buena parte del
electorado a votar a siglas independientemente del candidato o de sus
propuestas. Eso sin olvidar que con nuestra apatía hemos
permitido que se desarrollara una clase política llena de
gente que no ha dado un palo al agua en su vida, y cuya fidelidad a
sus líderes se ve recompensada con nombramientos muy por
encima de sus aptitudes personales, y créame, así nos
va.
Muchos de nosotros
confiamos que no sea demasiado tarde para cambiar las cosas; de hecho
es lógico pensar que si somos nosotros quienes escogemos,
somos nosotros quienes podemos hacerlo.
Un buen primer paso
es empezar a utilizar nuestro sentido común y hacer un uso
correcto del derecho a votar nos da el sistema. ¿Cómo
hacerlo? Pues en realidad es bastante sencillo, olvídese de
siglas, amistades y monsergas, pregúntese de cada candidato
¿es esta una persona a la que le confiaría mi bienestar
y el de mi familia? ¿Es esta una persona a la que le
permitiría manejar mi hacienda? Aquel que mejor pueda
responder afirmativamente sus preguntas será sin duda su mejor
candidato. En el caso de no encontrar ninguno simplemente vote en
blanco. Este es un mensaje que los partidos políticos también
entienden y muestra su inconformidad con los candidatos disponibles.
De esta forma tan
sencilla comenzaremos a forzar a los partidos políticos a
mejorar la calidad de sus candidatos lo cual de por sí ya será
un importante avance.